EL PASADO VIERNES TAL Y COMO ESTABA PROGRAMADO ORAMOS POR LA PAZ Y ESCUCHAMOS EL MENSAJE DE NUESTRO PAPA FRANCISCO . LA CAPILLA SE LLENÓ DE VELAS ANTE NUESTRA MADRE DE LA MERCED, VELAS QUE SIMBOLIZABAN LA LUZ QUE CADA UNO DE NOSOTROS PODEMOS APORTAR AL MUNDO.
A CONTINUACIÓN REPRODUCIMOS EL MENSAJE DE PAZ DEL PAPA FRANCISCO PARA QUE CADA UNO DE NOSOTROS LO SIGA MEDITANDO:
Mensaje
del papa Francisco
“«Y vio Dios que era bueno» (Gn 1,12.18.21.25). El
relato bíblico de los orígenes del mundo y de la humanidad nos dice que Dios
mira la creación, casi como contemplándola, y dice una y otra vez: Es buena.
Queridos hermanos y hermanas, esto nos introduce en el corazón de Dios y, desde
su interior, recibimos este mensaje.
Podemos preguntarnos: ¿Qué significado tienen
estas palabras? ¿Qué nos dicen a tí, a mí, a todos nosotros?
Nos dicen simplemente que nuestro mundo, en el
corazón y en la mente de Dios, es "casa de armonía y de paz" y un
lugar en el que todos pueden encontrar su puesto y sentirse "en
casa", porque "es bueno". Toda la creación forma un conjunto armonioso,
bueno, pero sobre todo los seres humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios,
forman una sola familia, en la que las relaciones están marcadas por una
fraternidad real y no sólo de palabra: el otro y la otra son el hermano y la
hermana que hemos de amar, y la relación con Dios, que es amor, fidelidad,
bondad, se refleja en todas las relaciones humanas y confiere armonía a toda la
creación. El mundo de Dios es un mundo en el que todos se sienten responsables
de todos, del bien de todos.¿No es ese el mundo que yo deseo? ¿No es ese el
mundo que todos llevamos dentro del corazón? El mundo que queremos ¿no es un
mundo de armonía y de paz, dentro de nosotros mismos, en la relación con los
demás, en las familias, en las ciudades, en y entre las naciones? Y la
verdadera libertad para elegir el camino a seguir en este mundo ¿no es
precisamente aquella que está orientada al bien de todos y guiada por el amor?
Pero preguntémonos ahora: ¿Es ese el mundo en
el que vivimos? La creación conserva su belleza que nos llena de estupor, sigue
siendo una obra buena. Pero también hay "violencia, división, rivalidad,
guerra". Esto se produce cuando el hombre, vértice de la creación, pierde
de vista el horizonte de belleza y de bondad, y se cierra en su propio egoísmo.
Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus
propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los
ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces
alteran todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a
la indiferencia, al enfrentamiento. Eso es exactamente lo que quiere hacernos
comprender el pasaje del Génesis en el que se narra el pecado del ser humano:
El hombre entra en conflicto consigo mismo, se da cuenta de que está desnudo y
se esconde porque tiene miedo (Gn 3,10), tiene miedo de la mirada de Dios;
acusa a la mujer, que es carne de su carne (v. 12); rompe la armonía con la
creación, llega incluso a levantar la mano contra el hermano para matarlo.
¿Podemos decir que de la "armonía" se pasa a la
"desarmonía"? ¿Podemos decir eso: que de la armonía se pasa a la
"desarmonía"? No, no existe la "desarmonía": o hay armonía
o se cae en el caos, donde hay violencia, rivalidad, enfrentamiento, miedo…
¡Cuánta violencia se genera en ese momento,
cuántos conflictos, cuántas guerras han jalonado nuestra historia! Basta ver el
sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. También hoy nos dejamos llevar por
los ídolos, por el egoísmo, por nuestros intereses; y esta actitud va a más:
hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos
hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos. Como si fuese algo normal,
seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte. La violencia, la guerra traen
sólo muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de
la muerte.
Y en estas circunstancias, me pregunto: ¿Es
posible seguir el camino de la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor y
de muerte? ¿Podemos aprender de nuevo a caminar por las sendas de la paz? Sí,
es posible para todos: Sí, queremos. Mi fe cristiana me lleva a mirar a la Cruz. ¡Cómo quisiera que por un momento todos
los hombres y las mujeres de buena voluntad mirasen la Cruz ! Allí se puede leer la
respuesta de Dios: allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la
muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz calla el fragor de las
armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la
paz.
Quisiera pedir al Señor que todos los hombres
y mujeres de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡La violencia y la guerra
nunca son el camino para la paz! Que cada uno mire dentro de su propia
conciencia y escuche la palabra que dice: Sal de tus intereses que atrofian tu
corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón,
vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el
dolor de tu hermano -pienso en los niños, solamente en ellos…-, mira el dolor
de tu hermano, y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que
se ha roto; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se
acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz,
es siempre una derrota para la humanidad.
Resuenen una vez más las palabras de Pablo VI:
«Nunca más los unos contra los otros; jamás, nunca más… ¡Nunca más la guerra!
¡Nunca más la guerra!» «La Paz
se afianza solamente con la paz
Hermanos y hermanas, perdón, diálogo,
reconciliación son las palabras de la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario